Publié par : lettresdemontreal | 10 Mai 2011

La tarjeta blanca y el apartheid al desnudo

Uno de los « lineamientos » del reciente concluido congreso del partido comunista cubano propone « estudiar una política que facilite a los cubanos residentes en el país viajar al exterior como turistas ». Esta frase está haciendo noticia en las agencias internacionales desde hoy en la tarde.

Independientemente de que no hay mucho motivo para emocionarse aun, pues nada está declarado oficialmente ni mucho menos instrumentado a nivel burocrático, esta noticia es evidencia de que la arrogancia castrista tiene sus límites y que esos limites están transparentándose ante la agónica crisis de liquidez que enfrenta ese gobierno.

Se habla ya de una posible agilización en los tramites o inclusive de una eliminación de la ominosa tarjeta blanca. Naturalmente ese documento tenía que ser el objetivo de los ataques de todos, pues es el que mas daño le ha hecho de manera sostenida a la dignidad del ciudadano cubano en todos estos 50 años.

Nunca un tramite burocrático tuvo connotación tan ofensiva para todo un pueblo, ni siquiera el apartheid de los hoteles[1] fue tan escandaloso. La tarjeta blanca ha sido, es y será recordada por el pueblo cubano en la misma categoría que las « cartas de libertad » otorgadas a los negros libertos en la colonia o las fichas con las que le pagaban a los macheteros en los centrales azucareros de la republica, esas que les obligaban a consumir en la tienda del central y a no poder moverse de él durante toda la zafra. La tarjeta blanca es el documento que ha oficializado el apartheid cubano hacia todo su pueblo, el símbolo mas evidente de la ignominiosa esclavitud contemporánea que un estado impone a su ciudadanía.

Pero hay un elemento que es preciso no olvidar en estas circunstancias. Para poder viajar a otro país, los nacionales cubanos están en la lista de prácticamente todas las demás naciones con visado obligatorio como requisito de entrada.  Esto no es algo que ha surgido de hoy para mañana. Es el resultado de la sistemática crisis económica y social en la que el castrismo ha sumido a la nación. Es el resultado de decenios de emigración cubana por toda vía que surgiera, incluida la de las azarosas balsas en el estrecho de la Florida.

No es con una supuesta liberalización de la salida que la entrada va a estar garantizada. Los gobiernos de los países que pueden ser objetivos priorizados de una eventual « liberalización » de salidas a los nacionales cubanos[2], tomaran las medidas correspondientes para evitar « Marieles » en tiempos de crisis económica internacional y de limitación de los flujos migratorios.

No olvidemos que esta maniobra castrista puede estar motivada justamente para tratar de obtener otra « victoria de una derrota », como suelen llamarle a sus tácticas políticas. Instrumentan una medida tardía y de limitadísima utilidad práctica con el objetivo de echarle la culpa una vez más a los países que serian los receptores probables y lógicos de ese « turismo », de la frustración del cubano común que se verá rechazar su pedido de visa y que no podrá viajar ahora que se lo permiten en la isla.

La agilización de los tramites o incluso una eventual eliminación de la tarjeta blanca no va a cambiar la situación cubana, va sí a hacerle ganar un poco más de tiempo al clan castrista y va eventualmente a pacificar a ciertos sectores críticos del pueblo cubano en la isla y en el exilio, que creerán ver satisfechos sus pedidos de reformas y de cambios, en estas migajas del poder.

No nos llamemos a engaños, han sido ya demasiados y seguirán llegando otros, en la medida en que los intereses de la dictadura se vean afectados y en la medida en que supuestas « liberalizaciones » puedan tirar una toalla mas al exhausto boxeador de Biran.


[1] Prohibición hasta fecha reciente para los nacionales cubanos de hospedarse y a veces hasta entrar en los hoteles dedicados al turismo internacional.

[2] Como los Estados Unidos, México, Canadá y muchos países europeos, en primer lugar España.


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